El cuento Solo, de Gustavo D´Orazio, me resultó muy interesante no solo por la calidad del texto sino porque además el autor nos revela el proceso de escritura. Se me ocurrió partir de la misma imagen y ver hacia dónde me llevaba. Les propongo realizar el ejercicio y compartir los resultados. Pueden sorprendernos. En mi caso salió esto:
Me despierto sobresaltada. Ruidos en la planta baja. Me levanto de un salto. Sigilosamente bajo la escalera. Al llegar al primer escalón me detengo y me concentro en escuchar. Nada. Sin embargo, parece que alguien respirara muy cerca de mí. Siento como si la casa toda se agitara levemente en una respiración apenas perceptible. Si hay un ladrón quiero sorprenderlo: enciendo repentinamente las luces. Nadie. ¿Demasiada imaginación? Dicen que no es bueno ver películas de suspenso antes de dormir. Ya que estoy levantada, decido tomar un vaso de leche tibia para relajarme. Voy a la cocina. Y entonces sí: sentado frente a un extremo de la mesa está él, fumando, las piernas cruzadas, el pelo lacio peinado hacia atrás y ese hermoso mechón cayendo sobre su frente.
Creo que mi voz suena a ternura cuando pregunta:
-¿Viniste otra vez, papá?
-Sí, vos y yo tenemos que hablar-me dice.-Vení, sentate aquí conmigo.
Me acerco. Con miedo, temblando, retiro la silla. Mientras me siento, la casi certeza de lo que va a pasar me hace apretar fuerte los párpados. Cuando los abro, el humo, el cigarrillo, el mechón, todo, se ha desvanecido y vuelvo a ver una vez más la silla vacía.
Me has emocionado hasta las lágrimas. Ana, un mini o micro/relato que cautiva y cierra en breves oraciones un universo de tiempo, sensaciones y vivencias. Me alaga haber sido el motor de este escrito. Cuánto podemos crear y compartir. Agendo lo del 18/2. Me gustaría asistir. Beso.
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