viernes, 24 de abril de 2009

Elogio del libro

Ayer se inauguró una nueva edición de la Feria del Libro de Buenos Aires. El momento es oportuno para reflexionar sobre el lugar que ocupan los libros en nuestra vida. La cita, encantadora, es de Michelle Petit:

"Los libros son acogedores y nos permiten sobrellevar los exilios de los que se compone cada vida, nos permiten pensarlos, construir nuestras moradas interiores, inventar un hilo conductor para nuestras historias, considerarlas con humor, reescribirlas día a día. Y a veces nos empujan a atravesar océanos, llevados por el deseo y la fuerza de descubrir paisajes, rostros jamás vistos, otras tierras, donde otros encuentros serán quizás posibles. Abramos, por lo tanto, las ventanas; abramos los libros."

domingo, 19 de abril de 2009

II Antología de Poetas de Morón

Ayer, sábado 18 de abril, se presentó en la Biblioteca Municipal la II Antología de Poetas de Morón. El encuentro fue cálido e informal y contó con la presencia de la poeta María Amelia Díaz y del escritor Alberto Ramponelli, antólogo y prologuista. La obra reúne a veintidós autores de estilos, poéticas y visiones de mundo diferentes, pero todos reunidos en torno al supremo mandato de la poiesis, es decir, del hacer con las palabras. Es verdaderamente un esfuerzo notable por parte del municipio ofrecer a poetas de la zona este espacio de difusión y reconocimiento y hacer llegar a los lectores una obra de esmerada elaboración en todos sus aspectos: gráfico, conceptual, formal y material. Los poetas, agradecidos. Los lectores, deberán "pasar y ver", juzgar por sí mismos la calidad de la obra y, lo más importante, completar, con su lectura única, irrepetible, el mensaje cifrado y volver a echarlo al mar de la palabras para que siga su viaje incesante, fluctuando siempre entre la fugacidad y la persistencia.

lunes, 13 de abril de 2009

De pesos y medidas


Por mucho que avance la civilización y la cultura , todavía no ha podido superarse la sabiduría popular contenida en los refranes. ¿Quién no ha experimentado alguna vez que, efectivamente, y más allá de los buenos deseos, no hay mal que por bien no venga? A mí me tocó experimentarlo dos veces en esta semana y eso me hace pensar que hay una verdad esperando ser develada en esos hechos aparentemente insignicantes pero que, relacionados, pueden provocar interpretaciones interesantes.
El miércoles fui a ver mi médico, el Dr. Shultz, a quien jamás podré agradecerle debidamente que me haya liberado de mis migrañas. Ese temible mal me trajo como consecuencia el bien de conocerlo. En esta ocasión fui a verlo por el otro gran ogro devorador: el insomnio. Por supuesto, antes de darme la pastillita de rigor, me preguntó qué me pasaba, cómo estaban mis asuntos personales. Como buen científico que es, no se conformó ante mi respuesta de que todo estaba en prefecto orden, sino que siguió indagando y allí surgieron algunas cuestiones, ni todas buenas ni todas malas. Su respuesta fue más eficaz para mí que el alplazolam:”No hay que subestimar las emociones”. Esas palabras quedaron resonando en mis oídos por varios días.
El viernes fui aparticipar del Vía Crucis organizado por la Parroquia Virgen de las Flores, a cargo del P. Jorge Oesterheld, cuyo profunda valoración de la dimensión humana le permite abrir el camino más directo para provocar el encuentro entre Dios y los hombres.
Es una experiencia muy fuerte por el modo en que se organiza, haciendo participar a familias e instituciones del barrio y además entregando la cruz de Cristo a una persona distinta en cada tramo del recorrido. Me ofrecí a llevarla entre dos estaciones. En el momento en que la recibí, por error del que la entregó o por negligencia mía al no calcular la relación peso/altura o por tener las manos demasiado débiles, la cruz estuvo a punto de caerse. Gracias a Dios y a los reflejos de todos, pudimos evitarlo. Pero el episodio, trivial en el conjunto de hechos ligados a la Semana Santa, me dejó pensando, asociado a las palabras del Dr. Shultz. ¿Es que yo había tomado la cruz a la ligera, había subestimado su peso? Este pequeño mal, este pequeño bochorno, redundó en el gran bien de la reflexión sobre los hechos. Sin duda, no es poca cosa subestimar la cruz. Las cruces que nos tocan, sean grandes o pequeñas, demandan su dosis de dedicación y compromiso. Tal vez, la causa de muchos desequilibrios, de muchos dolores haya que buscarla en la tendencia exitista a minimizar los obstáculos, se llamen emociones, limitaciones, impedimentos, fracasos, frustraciones, enfermedades. Si detenerse en la lamentación y en la propia desconfianza paraliza, la negación de nuestras cruces nos impide tener criterio de realidad. Como en la mayoría de las cosas, el equilibrio probablemente esté en el punto medio: analizar con la mayor certeza posible nuestra realidad y actuar con la mayor pasión posible sobre ella.

viernes, 10 de abril de 2009

Carta abierta a Sherezhada, maestra de narradoras



Quiero llamarte "señora de la alquimia" por el poder que la magia de tu voz le dio a las palabras.
Soy una de las tantas que, a lo largo de los siglos, tomaron tu ovillo y, pacientemente, fueron desovillando una, dos, tres, diez vueltas. Una de las tantas que, a lo largo de los siglos, se hicieron discípulas de tu arte, de tu voz, de tu temple, de tu valentía. Una de las tantas que quedaron asombradas ante tu determinación y tu coraje. ¿Cómo no admirar la seguridad con que comprendiste y asumiste tu lugar, a pesar de todos los riesgos, para erigirte como la única, la salvadora? ¿Cómo no admirar tu estrategia perfecta y tu táctica minuciosa? ¿Cómo no deslumbrarse con tu imaginación inagotable, que, no por profusa y necesaria, se volvió hueca o pasatista sino que siempre aprovechó la ocasión para denunciar, de una forma u otra, la condición de tus hermanas?
Debo decirte que, si bien tu obra fue heroica y bella, las cosas en el mundo no están tan bien como quisieras y quisiéramos. Las mujeres no hemos alcanzado todavía el estatus de dignidad que nos corresponde por naturaleza. Ciertas tradiciones opresivas, por un lado y la carrera consumista, por el otro, han inventado muchos cuentos pero, a diferencia de los tuyos, no son bellas historias de ficción, claves para pensarnos y pensar nuestras vidas, mapas para recorrer los mundos internos; no, son tergiversaciones deshonestas, engaños más o menos disfrazados, trazos que nos desdibujan, nombres que nos despersonalizan. ¡Y pensar que querías liberar a las hijas de los musulmanes! Por el contrario, estamos hoy todas (o casi todas, demasiadas) “globalizadamente” sometidas a nuevos o viejos tiranos. Y, sin embargo, tus cuentos siguen resonando en los oídos de grandes y chicos de cualquier parte del mundo. Tu estatura de maestra sigue enseñándonos verdades sutiles pero poderosas: todavía hay mucho por hacer y muchos cuentos por contar. Porque mientras haya vida habrá cuentos y mientras haya cuentos habrá vida.

miércoles, 8 de abril de 2009

Regresar

Regresar a mi entorno
y a mis días
después de un lento exilio
de ajenidades y silencios

y encontrarte sin buscar

en las entrañas de la voz.

jueves, 2 de abril de 2009

Un texto de fabián Vique


Mi amigo Fabián Vique es un experto en microrrelatos. Tienen muchos y muy buenos. Algunos me resultaron tan irrestibles que no pude evitar narrarlos más de una vez. A modo de muestra:

Un flor cada día
Según las creencias de los antiguos quiyús, si alguien deja cada día una flor sobre la tumba de la amada, al cabo de un cierto número de días (la cifra es secreta), la amada se levanta de la tumba, le revela una verdad al amado y regresa a la tierra. Así lo hice. Durante años, cada día, con sol o con lluvia, con nieve o con escarcha, dejé una flor sobre la sepultura donde descansa el cuerpo de Cristina. Hoy, finalmente, apenas dejé la orquídea, la tierra se abrió y mi amada, resplandeciente y lozana, se elevó sobre la grava, me miró gravemente y me dijo: -¡Vos siempre igual, Mauricio, seguís perdiendo el tiempo con supersticionjes ridículas! ¿cuándo vas a sentar cabeza? Me miró con desprecio y volvió a la tumba.

La hermanita perdida

Como homenaje a los caídos y veteranos de Malvinas, rescato este poema de Don Ata:

La hermanita perdida
(Atahualpa Yupanqui)

De la mañana a la noche,
de la noche a la mañana,
en grandes olas azules
y encajes de espuma blanca,
te va llegando el saludo
permanente de la Patria.

Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.

Amarillentos papeles
te pintan con otra laya.
Pero son veinte millones
que te llamamos: hermana ...
Sobre las aguas australes
planean gaviotas blancas.
Dura piedra enternecida
por la sagrada esperanza.

Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.

Malvinas, tierra cautiva,
de un rubio tiempo pirata.
Patagonia te suspira.
Toda la Pampa te llama.
Seguirán las mil banderas
del mar, azules y blancas,
pero queremos ver una
sobre tus piedras, clavada.
Para llenarte de criollos.
Para curtirte la cara
hasta que logres el gesto
tradicional de la Patria.

Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.


Es muy fuerte la emoción para quienes han vuelto a las islas años después de terminada la guerra. De lecturas y conversaciones al respecto, con el R.P. Jorge Oesterheld en especial, surgió este poema:


“La primera sensación es el viento en la cara. Momentos después se siente la tierra a cada paso, y la emoción . . . “
P. Jorge Oesterheld, Soplar sobre la herida



Viento blanco soplando
sobre la tierra herida
múltiples reclamos de dolor
incendiando el horizonte.

¿Qué de nosotros se consume
en ese fuego de sangre?

¿Cuánto de alma se atraviesa de pena
en ese bautismo de hielo?