viernes, 10 de abril de 2009

Carta abierta a Sherezhada, maestra de narradoras



Quiero llamarte "señora de la alquimia" por el poder que la magia de tu voz le dio a las palabras.
Soy una de las tantas que, a lo largo de los siglos, tomaron tu ovillo y, pacientemente, fueron desovillando una, dos, tres, diez vueltas. Una de las tantas que, a lo largo de los siglos, se hicieron discípulas de tu arte, de tu voz, de tu temple, de tu valentía. Una de las tantas que quedaron asombradas ante tu determinación y tu coraje. ¿Cómo no admirar la seguridad con que comprendiste y asumiste tu lugar, a pesar de todos los riesgos, para erigirte como la única, la salvadora? ¿Cómo no admirar tu estrategia perfecta y tu táctica minuciosa? ¿Cómo no deslumbrarse con tu imaginación inagotable, que, no por profusa y necesaria, se volvió hueca o pasatista sino que siempre aprovechó la ocasión para denunciar, de una forma u otra, la condición de tus hermanas?
Debo decirte que, si bien tu obra fue heroica y bella, las cosas en el mundo no están tan bien como quisieras y quisiéramos. Las mujeres no hemos alcanzado todavía el estatus de dignidad que nos corresponde por naturaleza. Ciertas tradiciones opresivas, por un lado y la carrera consumista, por el otro, han inventado muchos cuentos pero, a diferencia de los tuyos, no son bellas historias de ficción, claves para pensarnos y pensar nuestras vidas, mapas para recorrer los mundos internos; no, son tergiversaciones deshonestas, engaños más o menos disfrazados, trazos que nos desdibujan, nombres que nos despersonalizan. ¡Y pensar que querías liberar a las hijas de los musulmanes! Por el contrario, estamos hoy todas (o casi todas, demasiadas) “globalizadamente” sometidas a nuevos o viejos tiranos. Y, sin embargo, tus cuentos siguen resonando en los oídos de grandes y chicos de cualquier parte del mundo. Tu estatura de maestra sigue enseñándonos verdades sutiles pero poderosas: todavía hay mucho por hacer y muchos cuentos por contar. Porque mientras haya vida habrá cuentos y mientras haya cuentos habrá vida.

1 comentario:

  1. ¡Qué hermosa carta, Ana! Todavía recuerdo el cuento de Las mil y una noches en tu voz... yo estaba con los ojos bien abiertos y los oídos atentos, como una niña, tratando de no perderme nada de esa otra "maestra de la narración", de la cual puedo decir que es hoy mi amiga. Gracias por compartir esto tan bello; y por los otros "compartires" los que fueron y los que seguramente vendrán.
    Te abrazo.

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