La hermanita perdida
(Atahualpa Yupanqui)
De la mañana a la noche,
de la noche a la mañana,
en grandes olas azules
y encajes de espuma blanca,
te va llegando el saludo
permanente de la Patria.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
Amarillentos papeles
te pintan con otra laya.
Pero son veinte millones
que te llamamos: hermana ...
Sobre las aguas australes
planean gaviotas blancas.
Dura piedra enternecida
por la sagrada esperanza.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
Malvinas, tierra cautiva,
de un rubio tiempo pirata.
Patagonia te suspira.
Toda la Pampa te llama.
Seguirán las mil banderas
del mar, azules y blancas,
pero queremos ver una
sobre tus piedras, clavada.
Para llenarte de criollos.
Para curtirte la cara
hasta que logres el gesto
tradicional de la Patria.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
Es muy fuerte la emoción para quienes han vuelto a las islas años después de terminada la guerra. De lecturas y conversaciones al respecto, con el R.P. Jorge Oesterheld en especial, surgió este poema:
“La primera sensación es el viento en la cara. Momentos después se siente la tierra a cada paso, y la emoción . . . “
P. Jorge Oesterheld, Soplar sobre la herida
Viento blanco soplando
sobre la tierra herida
múltiples reclamos de dolor
incendiando el horizonte.
¿Qué de nosotros se consume
en ese fuego de sangre?
¿Cuánto de alma se atraviesa de pena
en ese bautismo de hielo?
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