Extraído del prólogo de Gustavo D´Orazio:
Ana María nomina acontecimientos secretos (internos, sumergidos) de modo sereno; es menos tempestiva que otras miradas contemporáneas. Ausculta el mismo mundo con arte maestro, meditado y personal.
El agua y los sueños fluyen como música de una partitura concluyente. Son habilidosos puntos en un encaje sobrio, pudoroso.
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