Fue el domingo 15 de septimbre. Estuvimos allí puntualmente, a pesar del frío y de la lluvia en esa desapacible tarde de finales del invierno. Adentro, en La casa de al lado, todo era calidez, amabilidad, aromas reconfortantes, dulces sabores. Y cuentos, claro, para liberar miedos y monstruos, los de afuera y los de adentro. Y así fue nomás. La amistad fue la pócima y la palabra el conjuro. Claro que no faltaron preguntas directas y hasta luces inquisidoras. Gracias Gustavo D'Orazio, gracias al público que nos acompañó, gracias a los amigos, gracias a La casa de al lado.
La única ausente (sniff, sniff) fue Elena Bernardini por cuestiones de salud vocal. ¡Mejorate, pronto, amiga, liberá tus faringitis!
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