"... saber la verdad sobre mí mismo."
Juan Carlos Ortega
El 28 de diciembre, Día de los Inocentes, un pichicho, que de inocente no tenía nada, hincó sus fauces sanguinarias en mi desprevenido tobillo. Consecuencias: herida notable, dolor (!!), pinchazos, antibióticos, curaciones, etc. Detalle clave: reposo. ¿Reposo? ¡Recién comenzadas mis vacaciones y con tanto por hacer ...! Tantos proyectos para estos días vacíos de trabajo forzado (soy docente. Se entiende, ¿no?) y que tenía pensado llenar con todas esas tareas postergadas, atractivas, estimulantes. Me refiero a ordenar el escritorio, limpiar la biblioteca, armar álbumes de fotos, cambiar algunos adornos, comprar otros, usar la pileta que mantenemos limpia todo el año justamente para estos días. Y, claro, escribir. Estabilizar el espíritu, encontrar la paz interior y escribir. Pero ¿cómo estabilizar el espíritu? ¿cómo encontrar la paz interior? ¿En qué consiste eso exactamente? Por supuesto que no tengo una respuesta unívoca. Pero descubrí algo: a veces, cuando estas cosas responden exactamente a nuestros planes, pueden funcionar; de lo contrario, aunque estén dadas todas las condiciones, no aparecen. El reposo era la condición perfecta para meditar y escribir. Pero no; es como si algo tan obvio, tan al alcance de la mano, no diera resultado. Muchos me decían: "Descanso obligado. ¡Qué bueno! Tenés tiempo para escribir". Y ocurrió que en todos estos días no pude escribir una sola línea. No solo no encontré inspiración sino que además el reposo y el calor me sumergieron en un ámbito espacio-temporal diferente, me sentía flotar entre esas dos coordenadas sin saber exactamente dónde estaba ni en qué momento. A ver si me explico. No es fácil. Sabía que estaba en mi casa, en el cuarto de abajo (rodeada por los juguetes de Lucila) y tenía plena conciencia del sucederse de la horas. Pero aún así flotaba en el espacio y me sentía fuera del tiempo, como si desde otra dimensión pudiera verme a mí misma, sin lástima, sin miedo, sin expectativas, sin transcurrir. Esto, claro, aumentaba mi inercia y me iba apagando cada vez más. La adrenalina de los primeros días, que hacía tan difícil el reposo, se cambió por una excesiva tranquilidad, un creciente desgano. ¿Tanto pueden influir las circunstancias en el ánimo? ¿Cómo, no era que yo me caracterizo por ser una persona tan activa, etc.?
Miro por la ventana. La vida continúa su constante devenir. Un tobillo herido no es razón suficiente para alterarla. Pero sí ha sido una magnifica oportunidad para mirarla desde otro lado, extrañarme ante las nuevas formas de lo cotidiano, experimentar mi propia fragilidad. Estoy muy de acuerdo con ese criterio que nos estimula a creer en nuestras fuerzas, porque "a veces es necesario creer para ver". Pero (libriana al fin) también me parece muy bueno enfrentarnos con nuestra debilidad de vez en cuando, aunque solo sea para conocerla, para medirla y saber con qué bueyes aramos.
En verdad hace "pensar", mirar hacia adentro. Hay ciscunstancias que, a veces, no imaginamos siquiera como probables en nuestras vidas. Sin embargo, cuando ocurren, nos ofrecen un aprendizaje que de otro modo, tal vez, no hubiéramos obtenido.
ResponderEliminarNo me alegro de la mordedura, sí de lo que te ha permitido conocer...
Gracias por compartir tus "debilidades". También me hicieron reflexionar acerca de mí misma, aunque no tengo mucha claridad al respecto.
Un abrazo, amiga querida.
No te imaginás lo bueno que es saberte cerca y, especialmente, cercana.
ResponderEliminarAbrazos
Domingo. Día de descanso. Me lo he tomado al pié de la letra. He leído mucho, he reflexionado, he escrito un poema...
ResponderEliminarAhora buceaba por los blogs amigos y te encuentro, como si fuera un encuentro casual. Me intereso por tu salud (recién me entero lo de tu tobillo), te leo y siento una cercanía/afinidad, que me gusta.
"La vida continúa su constante devenir"...
Siento una sensación de paz y dulzura.
Me gusta la sonrisa de tu fotografía. Yo también sonrío, para ti.
Tus palabras también me transmiten paz y dulzura. Mi tobillo mejorando a pasos agigantados, gracias a Dios. Agradezco tu preocupación. Siento renovadas ganas de escribir, de leer, de bucear en el interior de mí misma. El acompañamiento y el espejo que brindan los amigos es de fundamental importancia.
EliminarAbrazos
Del descanso, del equilibrio y la reflexión, a la sonrisa que comparten en este delicado post. Un placer estar de vuelta, aunque a paso lento, todavía. ABRAZOS, ANA QUERIDA.
ResponderEliminarBienvenido al caos. Espero que hayas renovado fuerzas, clarificado la mente y, por qué no, aceitado el corazón .
EliminarAbrazos para vos.