Usaban largas barbas.
Tenían yelmos y corazas.
Tenían garrotes toscos.
Tenían olfato para el poder.
Tenían costumbre de arrasar.
Tenían desprecio por los pensantes.
Tenían dominados a sus sirvientes.
Tenían el hábito de la traición.
Tenían tendencia a negar sus fechorías y a verse como inocentes.
Después, la buena noticia: los bárbaros fueron exterminados.
Desde entonces, el protocolo exige rostros afeitados, nadie usa yelmos ni corazas, la tecnología ha cambiado los toscos garrotes por teclas sofisticadas.
Sin embargo,
siguen teniendo
olfato para el poder
costumbre de arrasar.
desprecio por los pensantes.
dominados a sus sirvientes.
el hábito de la traición.
tendencia a negar sus fechorías y a verse como inocentes.
Es decir,
siguen teniendo
nuestra vida en sus manos
nuestro futuro debajo de su pie.