miércoles, 16 de mayo de 2012

El durmiente

El amor es como la luna, todos lo vemos pero desde un punto distinto.
Dicho popular

-¡Es por eso que no te soporto más!- gritó ella antes de dar el portazo definitivo.  Él se quedó, como casi siempre, sentado en el borde la cama, sin poder articular palabra y repasando una vez más la larga lista de reproches conocidos. Tal vez ella tuviera algo de razón. Se tiró para atrás, reconoció en su cuerpo la blanda comodidad que le ofrecía el colchón y volvió a caer en ese sopor casi constante que lo venía acompañando desde hacía ya ¿cuántos meses? Tres, cuatro. No, seis, desde que perdió el cliente aquel, que parecía tan bueno.  Poco a poco el sopor se hizo sueño, sueño profundo. Y soñó. Soñó con la luna, bella y luminosa. Se sintió tan atraído que, increíblemente, un poder incontrolable se apoderó de él y salió corriendo con los brazos abiertos a tal velocidad que levantó vuelo y se acercó a ella. La luna entornó sus párpados y estiró sus labios en una sonrisa provocativa. Aún sin brazos para abrazarlo ni entrepierna para recibirlo, la luna era una pura entrega, tibia, húmeda. Y él seguía corriendo hacia ella, anticipando con cada uno de sus poros el encuentro. Pero cuanto mayor era la promesa, más larga se hacía la distancia; cuanto más viajaba por el aire, más lejana y más seductora le parecía.  El sueño interminable, inacabado, duró muchas noches, siempre a punto de alcanzarla y siempre con la angustia de perderla. Finalmente, una madrugada, algo lo distrajo de su loca carrera: croar . . . croar. Al costado de la laguna, un sapo lo miraba con ojos desorbitados. No tuvo más remedio que detenerse. Comprobó con sorpresa que el sapo tenía su propia cara, era él, él mismo. Se miró las manos: las notó mojadas, como cubiertas por una sustancia pegajosa. No tuvo tiempo de pensar más. Con una elegante acrobacia, el sapo saltó y desapareció en la profundidad del agua. Fue en el mismo momento en que él sintió que se hundía, arrastrado por el peso de sus zapatillas empapadas.

1 comentario:

  1. Me encantó...posee una vuelta de tuerca ingeniosa. Esto de pensar y escribir "complicidades", es un desafío, un ejercicio placentero y nutritivo. Abrazo amigo.

    ResponderEliminar