Gato nervioso va y viene por el borde de la pared blanqueada.
Ojos verdes como piedras pulidas relumbran en lo oscuro.
Hay semillas de tormentas que marcan el camino.
El aire está tenso como arco que sujeta la flecha.
Espera.
Silencio preñado de voces
conjuros, susurros.
La noche es una dama misteriosa que avanza
entre los leves crujidos de su falda.
De pronto, una luz.
El gato y la dama se detienen
los ojos verdes se apagan
los vientos empujan las tormentas
el aire se llena de bramidos toscos.
Hay un ruido a huesos rotos
cuando el día quiebra
definitivo
los restos de un hechizo en el que solo yo creía.
Verte narrando, leerte..¡QUÉ PLACER!. Un poema que traslada al lector, que palpita en cada tramo, para arribar a un final donde "la sorpresa" cierra el sortilegio de la escritura, de tu escritura: plástica, contundente, abrazadora. Mi saludo cómplice va en este comentario.
ResponderEliminar¡Genial, Ana! Volviste con todo: narración, fuerza poética, magia y misterio. Felicitaciones por este hechizo, yo sigo buscando el mío con que encantar a mis cómplices... Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Gus. Es siempre tan estimulante tu comentario. Y nunca banal o convencional.
ResponderEliminarAbrazos cómplices, en la alegría de retomar nuestro taller.
Gracias, Patri. Te quiero. Verás que muy pronto harás gala, una vez más, de esos poderes de encantamiento a los que nos tenés acostumbrados.
ResponderEliminarAnrazos
Me gustan las imágenes de este poema.
ResponderEliminarUn saludo y una sonrisa.