a Guillermo
Si alguien pudiera ordenarnos el alma
decirnos
sin idas y sin vueltas
qué es
dónde ocurre
el blanco o la tristeza.
Si alguien pudiera
yo le entregaría
mis hambres y mis fríos
esta constante tendencia a la inconstancia
los laberintos sorprendentes del insominio
y hasta inclusive, seguramente,
con miedos y sin miedos
la respiración
de mis palabras.
La poesía es un lugar de encuentro donde todas las voces y todos los ecos dejan su marca. Fugacidad y persistencia. Por eso este espacio, donde la palabra será la protagonista, la palabra que vuela de boca en boca y de mano en mano. Una buena manera de empezar a encontrarnos es recordar a Miguel Hernández: "Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea."
viernes, 21 de octubre de 2011
miércoles, 12 de octubre de 2011
Incredulidad
Gato nervioso va y viene por el borde de la pared blanqueada.
Ojos verdes como piedras pulidas relumbran en lo oscuro.
Hay semillas de tormentas que marcan el camino.
El aire está tenso como arco que sujeta la flecha.
Espera.
Silencio preñado de voces
conjuros, susurros.
La noche es una dama misteriosa que avanza
entre los leves crujidos de su falda.
De pronto, una luz.
El gato y la dama se detienen
los ojos verdes se apagan
los vientos empujan las tormentas
el aire se llena de bramidos toscos.
Hay un ruido a huesos rotos
cuando el día quiebra
definitivo
los restos de un hechizo en el que solo yo creía.
Ojos verdes como piedras pulidas relumbran en lo oscuro.
Hay semillas de tormentas que marcan el camino.
El aire está tenso como arco que sujeta la flecha.
Espera.
Silencio preñado de voces
conjuros, susurros.
La noche es una dama misteriosa que avanza
entre los leves crujidos de su falda.
De pronto, una luz.
El gato y la dama se detienen
los ojos verdes se apagan
los vientos empujan las tormentas
el aire se llena de bramidos toscos.
Hay un ruido a huesos rotos
cuando el día quiebra
definitivo
los restos de un hechizo en el que solo yo creía.
Tarde de poesía en el Alfaro
Gracias a mi amiga narradora Graciela Sarcone pude vivir una tarde a pura magia el pasado 10 de septiembre. Fue en el Museo Alfaro, en San Isidro. Y estuve rodeada de voces, mejor dicho de vocecitas: los niños narradores y poetas, alumnos de Graciela. Es una fantástica iniciativa que ella lleva adelante desde hace varios años, convocando a niños y jóvenes a experimentar con las palabras, transmitiendo el placer del decir, sembrando futuro. ¡Bravo Graciela!
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