Al borde de la despedida de este 2010 tan agitado para muchos, tan conmovedor para mí (nació mi nieta, publiqué mi tercer libro, abrí mi taller de narración oral, vi marchar a mi hija rumbo a Alemania), no quiero mirar el pasado sino expresar, con la mayor fuerza posible, mis deseos:
ojalá podamos hacer entre todos un año feliz (¿hace falta llenar de contenido esta palabra?) lo que tal vez signifique el comienzo de un mundo un poquito mejor.
Brindo por los fieles eternautas, necesitados de decir y decirse, confiados en que la palabra de cada uno, de todos, habrá de cumplir al fin su misión en este mundo.
LO HAREMOS, ANA. ESPERANZA Y VALOR. ACCION Y DEDICACION. BESOS.
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