sábado, 29 de agosto de 2009

Descubriendo la maravilla


Como cierre de mi segundo seminario sobre literatura infantil de Lidia Blanco y Alicia Origgi escribí un trabajo sobre El árbol de lilas, de María Teresa Andruetto. Aquí van algunos fragmentos. El trabajo es bueno, pero el libro lo es mucho más. Lo recomiendo.

"Mi primer contacto con El árbol de lilas fue oral. En una peña organizada por un grupo de amigos, una narradora contó este cuento. Creo que esta primera experiencia y el hecho de haberlo incorporado a mi propio repertorio (yo también soy narradora) me proporcionó una línea de lectura estrechamente vinculada al texto, a sus palabras, a sus silencios, a sus ritmos, a sus sugerencias. Mucho tiempo después llegó a mis manos el libro editado por Comunicarte e ilustrado por Liliana Menéndez. La primera impresión, debo admitirlo, fue chocante. La imagen, aunque muy bella, “hacía ruido”, la distribución a lo largo de las páginas alteraba el ritmo del texto, las voces de los personajes, que tan minuciosamente había trabajado yo para la “puesta en oralidad”, parecían diluirse en un universo de significados. El relato, como materia de narración, tal como yo lo había experimentado hasta ese momento, parecía perder fuerza, eficacia. Esta sensación me decepcionó. Pero también fue muy movilizadora, porque despertó la necesidad de investigar las razones de este efecto: ¿por qué un libro ilustrado con tanto esmero y editado con tanta calidad, seguramente con el objetivo de ofrecer al lector un exquisito producto artístico, producía en mí esa decepción? Algunas lecturas que guiaron este trabajo y que ayudaron a correr ciertas veladuras culturales que me conducían a cortas y tal vez recurrentes interpretaciones, contribuirán a responder esta pregunta."

". . . justamente por ser tan potente, tan intensa, tan llena de sugerencias, por captar con maestría algunos misterios del alma humana y ofrecérnoslos bellamente representados, El árbol de lilas busca lectores curiosos, imaginativos, deseosos de experimentar emociones, de activar su mundo interior, capaces de volar con los pies de alas, es decir, personas sensibles de cualquier edad. Creo que en esto se manifiesta la representación de infancia y adolescencia que tienen las autoras: un niño, una niña, un adolescente activos, situados en el mundo, conscientes de quiénes son, con capacidad de preguntarse por sí mismos, de conocerse, de crecer integralmente, tareas importantísimas en la infancia pero no exclusivas de este período, sino portadoras de gran riqueza a lo largo de toda la vida. Tal vez un lector infantil pondrá más atención en analizar los comportamientos de los personajes o los ribetes de aventura que puede ofrecer el viaje de la protagonista. Un lector adolescente estará más atento a la evolución de los sentimientos y el ejercicio de las libertades. Y un lector adulto probablemente se pondrá en contacto con experiencias vividas o deseadas. La intensidad del texto, de los textos, escrito y visual, activa, compromete en el acto de la lectura aspectos íntimos, “autobiográficos”, de los lectores potenciales de todas las edades."

2 comentarios:

  1. Hola Ana María! Comparto lo que decís sobre los textos y sus misterios... Cada uno descubre, vibra, se emociona y sueña... Podemos ser niños, adolescentes o adultos. Es la magia de la literatura... Y en este caso particular me permito decir que TU árbol de lilas es mágico y conmovedor!!!
    Un beso,
    Norma

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  2. Anama: Qué lindo relato el de M.T. Andruetto!!!, tuve la oportunidad de escucharlo en un taller para docentes bibliotecarios y quedé fascinada, por su simpleza y potencialidad.
    Saludos!

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