El vaivén del colectivo
estira la modorra.
Cabezas colgantes
desprendidas de sus cuellos
insisten
en su larga afirmación repetida.
Amores y deseos amanecen.
Del otro lado del vidrio
alguien pasea perros ajenos.
De este lado
hay alguien que conduce
los sueños de todos.
¿Qué otra cosa ocupa
los despertares cotidianos
sino el sueño de vivir?
Una escena cotidiana a la que has sabido encontrar significado y belleza.
ResponderEliminarExcelente.
Una gran sonrisa.
Gracias, Juan. ¡Qué alegría reencontrarte! Cuando releí este poema pensé en tu poesía. Por eso de lo cotidiano, seguramente.
EliminarAbrazos